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4.2 Cambiar Las Conductas y Transmitir Valores



Cambiar las conductas y transmitir valores







L
as fallas estructurales de nuestra Justicia y la propensión del ser humano a infringir las normas sociales, son las principales causas para que se cometan delitos relacionados con el fraude o la corrupción entre las empresas.

Estas consideraciones forman parte de los resultados, preocupantes, de una encuesta elaborada por la consultora KPMG entre más de 1400 directivos de compañías que operan en la Argentina y representan a diversos sectores económicos e industrias.
En el trabajo se advierte que el 80% de los encuestados considera que las compañías con las que compiten ignoran conductas éticas para cerrar un negocio. Es decir, creen que sus competidores hacen trampa, y además coinciden en que sus empresas pueden ser afectadas en cualquier momento por esta conducta delictiva. Las empresas medianas son las que más dudan de la conducta de sus pares (76%), mientras que entre las firmas grandes el grado de respuesta positiva llega al 59 por ciento.
Según los empresarios las modalidades de fraudes más frecuentes son: Incidir en la elaboración del contrato para favorecer a una empresa en particular (74%); crear un monopolio para dejar afuera del negocio a potenciales competidores (69%), y ajustar las condiciones contractuales a favor de la competencia (66,5%).
Según la estadística, el fraude viene creciendo en nuestro país año tras año. En 2003 sólo el 33% de los encuestados aseguraba haber sido víctima de la corrupción; en 2007 era el 41% y el año pasado creció hasta el 66 por ciento. La principal razón de esta tendencia alarmante, es que existe una visión escéptica entre los empresarios respecto de la efectividad de la Justicia, por cuanto la mayoría ha manifestado que no se ha llegado a ninguna condena en los actos de fraude denunciados.


Por ejemplo, podemos tener una actitud positiva con respecto a un  determinado trabajo y dedicarnos a él con entusiasmo (conducta) como consecuencia de que nos proporciona la posibilidad de poner en práctica un determinado valor (por ejemplo, la creatividad), el cual se sustenta, a su vez, en determinadas creencias (por ejemplo, "es necesario que seamos creativos para poder continuar en el mercado"). Para modificar conductas, más que pretender cambiar directamente actitudes, lo que hay que hacer es modificar los valores y creencias que las preceden.

La relación básica entre creencias, valores y conductas tiene una ejemplificación muy clara en un tema pocas veces tratado en el mundo de la empresa nivel a formal: el estrés profesional.

El estrés profesional constituye hoy en día una preocupación creciente en los países desarrollados, en los que un gran número de personas es cada vez más consciente de que su calidad de vida depende en gran parte de las condiciones de trabajo y de las relaciones entre éste y el resto de áreas biográficas, aunque una cosa es la preocupación y otra muy distinta es la ocupación para solucionar este problema.
Si los propios directivos y profesionales no disponen de una adecuada calidad de vida debido precisamente a sus condiciones estresantes de trabajo, difícilmente van a procurar de forma activa que el resto de los empleados desarrolle su trabajo en las condiciones psicológicas y ambientales adecuadas.
Existen valores de alto rendimiento profesional, tales como la amabilidad, la creatividad, el gusto por el trabajo bien hecho o calidad, la flexibilidad, el buen humor, el compromiso con la empresa, etc., que tienden a inhibirse tanto cuando el sujeto se encuentra infraestimulado como cuando está infraestructurado como cuando está sobreactivado o "quemado".
La necesidad creciente de desarrollar organizaciones menos estresadas, significa que sus líderes han de saber vivir menos estresados. A continuación presentamos las principales creencias y valores que sustentan las conductas de estrés y de bienestar emocional:

Creencias:
  • Hay que controlar a toda costa el mayor número de cosas en el menor tiempo posible.
  • El trabajo es lo primero.
  • Las cosas son "blancas o negras".
  • Si no eres agresivo, no te respetan (si no pisas, te pisan).
  • No hay que perder el tiempo haciendo cosas lentamente.
  • No tener tiempo es signo de éxito.
  • Mostrar estrés es signo de debilidad.
  • Estar sin hacer nada es perder el tiempo.
  • No hay que ser fantasioso.
  • La autoestima se basa en la demostración de la valía a través del trabajo.
  • Hay que pensar "Esto es lo mejor que puedo estar haciendo en este momento" todo lo se pueda.
  • Hay que equilibrar la energía dedicada al trabajo, a la familia y a uno mismo.
  • Hay que saber saborear las cosas.
  • Hay que darse buena marcha sin triturarse.
  • Hay que saber disfrutar por el trabajo bien hecho.
  • Hay que saber desconectar después del trabajo.
  • La autoestima se basa en la posibilidad de querer y ser querido.

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